Decálogo de un viaje.

Al termino de este viaje, y tras haber pasado algo más de tres semanas entre Nepal y Tíbet conviviendo con su gente, conociendo su cultura y su filosofía de vida ligada fuertemente a su religión, ha llegado el momento de valorar la experiencia vivida, mediante este decálogo.
  1. Visitar ambos países es una experiencia altamente positiva. Si bien es cierto que Nepal sigue ganando terreno en nuestros corazones y recuerdos, no podemos dejar de un lado Tíbet, un país contrariado por la represión china, que a la postre junto con su religión es lo que le hace tan místico y llamativo.
  2. Haber podido hacer el trekking al Campo Base del Everest, es algo inexplicable, inenarrable, solamente puede ser comparable con su escalada hasta la cima. Llegar hasta los pies de estas montañas te hace darte cuenta de lo insignificante que es el ser humano.
  3. En ocasiones nos quejamos de lo duro de nuestras vidas, solamente hace falta un día en las montañas para darte cuenta de lo que de verdad es una vida dura, sin embargo ellos, no echan nada de menos, porque nada han conocido, y son felices, muy felices.
  4. La religión budista, en sus principios y fundamentos, es una religión que te hace crecer como ser humano. Aunque luego, como ocurre con todas las religiones del mundo, hay quien intenta aprovecharse y sacar partido de la fe.
  5. Tanto los paisajes de Nepal y Tíbet como sus monumentos son algo magníficos, pero la verdadera riqueza de ambos países está en sus gentes. En esto sobre todo, destaca Nepal, donde la cordialidad no tiene fin. Toda la gente tiene el mismo principio, todo lo suyo es tuyo también. Al contrario de nosotros no son nada materialistas.
  6. Usar todos los sentidos en estos países es obligatorio, oler, probar, mirar, escuchar, tocar. Esto es aprender de cada uno de los países y crecer con ellos.
  7. Hay que dejar de lado todos los prejuicios con los que puedas visitar estos países, se debe estar preparado para todo lo que venga, que sin lugar alguna será totalmente diferente a lo que conoces hasta el momento en el que llegas aquí. Los imprevistos y las incomodidades son parte de la rutina de ambos países, pero para eso estamos aquí, para buscar aventuras.
  8. Intenta alejarte en lo posible de las grandes zonas turísticas, por supuesto visítalas, disfrútalas, pero siempre existe otro ángulo más allá de donde están todos los turistas. Perderse es sin duda lo mejor que le puede pasar a un viajero. Cuando uno se pierde y hasta que encuentra otra vez el camino deseado, todo lo que ocurra puede ser una auténtica aventura.
  9. Las carreteras locales no son todo lo cómodas que en ocasiones nos gustaría, pero sin duda son interesantes. Normalmente uno piensa que cuanto antes llegue al punto de destino, mejor, ya que así se puede comenzar a disfrutar. Pero se puede disfrutar desde el principio. Si viajamos en coche, tenemos la gran suerte de decidir dónde y cuándo queremos parar, y disfrutar de libertad. Si viajamos en autobús público, tenemos la gran suerte de congeniar con la gente local, una oportunidad difícil de conseguir de otro modo. Qué manera mejor que compartir un trayecto de 5 horas, nadie mejor que los locales para enseñarte un lugar, sus historias y anécdotas. Serán unos grandes guías.
  10.  El habernos informado ya antes del viaje, el aprender algo interesante de los lugares a los que hemos viajado, algo de su lengua, algo de su historia, cultura y costumbres, ha dado como resultado un viaje mucho más interesante, con vivencias mucho más intensas.