Lukla - katmandú

El día se ha presentado tranquilo y sin grandes agobios. Pero pese a ello nos ha tocado madrugar ya que teníamos que coger el primer vuelo del día destino Katmandú. Todavía estamos con el susto del accidente de ayer. Este momento ha sido el más estresante, facturar las mochilas, pasar los cacheos del ejercito, embarcar, despegar, que nervios.

El vuelo ha sido tranquilo, y para las 8 de la mañana ya estábamos en Katmandú, donde nos esperaba un calor un tanto agobiante, aunque después del frío que hemos pasado en las montañas se agradece.

Tras hacer el check in en el hotel, lo primero que hemos hecho ha sido desayunar en la terraza de un restaurante de la zona de Thamel. He recordado los desayunos espectaculares del año pasado en Nepal, así que me he animado y me he metido entre pecho y espalda un par de huevos fritos por ambos lados, beícon, patatas, dos tostadas y un chocolate caliente. ¡Uf! que tiempos! Estos desayunos no se parecen mucho a los de las montañas.

Nos hemos despedido de Shishir con el que hemos quedado para ir a comer a mi restaurante favorito en Katmandú, el Fireandnice, un lugar encantador. Nos va a dar pena despedirnos de nuestro gran amigo.
Hemos estado toda la mañana paseando por Katmandú sin ningún objetivo fijo, hemos ido descubriendo nuevos rincones y viendo alguno del año pasado que nos apetecía repetir por su belleza. 

Paseando, hemos llegado hasta la Plaza Durbar. Me ha sorprendido, que me acordase tan bien de por donde se iba. Ha sido muy agradable volver al mismo sitio un año después. En esta ocasión, la plaza estaba más bonita si cabe, ya que hace dos días fue la fiesta más grande que se celebra en Katmandú y todavía están los templos decorados.

En la plaza Durbar se coronaba a los reyes y desde ella reinaban. En la actualidad es el centro del casco antiguo de la ciudad. La zona se compone de tres plazas semiconectadas. Al sur se abre la plaza Basantapur, al oeste está la parte principal de la plaza Durbar y hacía el noroeste se halla la entrada a Hanuman Dhoka. Aunque hay que pagar una entrada para acceder a la plaza es altamente recomendable visitarla.
Después de estar paseando por la plaza, y sacando fotos durante un par de horas, hemos ido a tomarnos una cerveza a un restaurante situado en la plaza, donde ya estuvimos el año pasado, que tiene una hermosa terraza con fabulosas vistas a la plaza.

Sobre las 14 nos hemos ido en busca de Shishir para ir a comer a mi pizzería favorita. Menuda sorpresa nos hemos llevado mientras estábamos comiendo. De repente nos hemos dado cuenta que en la mesa de enfrente estaba comiendo Juanito Oiarzabal, con Silvio Mondinelli y con un grupo de italianos. Hemos estado hablando un buen rato con él, nos ha contado que acababa de llegar de coronar el Manaslu (8156m), su 26 ochomil, con el grupo de italianos con los que estaba comiendo. Después por la tarde nos lo hemos vuelta a encontrar por Thamel y aún hemos estado un rato más hablando con él.

Tras despedirnos de Shishir hasta mañana por la mañana cuando venga a buscarnos para acompañarnos al autobús que nos llevará a Tíbet, hemos estado paseando por Thamel con tranquilidad sin los agobios de tengo que comprar esto o lo otro. Solamente hemos estado disfrutando del barrio más ruidoso de Katmandú, donde la inmensa mayoría de los que estamos aquí somos extranjeros. Esto no quiere decir que no haya aprovechado para adelantar alguna compra para que no nos ocurra como siempre y nos pille el toro.

Mañana tenemos que madrugar y aún no tenemos preparadas las mochilas, así que después de cenar algo en la misma terraza donde hemos desayunado, y después de llamar a casa, decidimos irnos para el hotel a descansar para afrontar con energía los días que pasaremos en Tíbet.